Verstappen vence al inglés con un adelantamiento a dos vueltas del final y Pérez completa el doble podio de Red Bull.
No todas las victorias valen lo mismo, la clasificación engaña, y hay varias formas de ganar desde la pole. Max Verstappen escogió la más difícil en Paul Ricard, aprendió de otros domingos que empezaron bien y acabaron mal, y se plantó detrás de Lewis Hamilton, a dos vueltas del final, con una ventaja de neumáticos flagrante. Adelantó al inglés sin despeinarse en la chicane de la recta Mistral. Lo difícil lo había hecho antes: reponerse de un error en la arrancada que le costó el liderato y remontar 20 segundos al campeón del mundo con una estrategia a dos paradas. El neerlandés es más líder y Hamilton, el gran derrotado. Checo Pérez completó el podio.
La carrera fue frenética en un circuito que tenía cierta fama somnífera. Se demuestra que, como en la alta montaña del Tour de Francia, no importa tanto la rampa como la velocidad a la que se sube. Salieron a cuchillo los Red Bull contra los Mercedes y pudo ganar cualquiera. Hamilton pasó a Verstappen en la primera curva porque el neerlandés sufrió un trallazo y se saltó la frenada. Pero no se escapó el inglés, los tiempos cambian, y comenzó una persecución de locura mientras en la zona media se preparaba una tormenta que sacudiría a Sainz, quinto entonces.
Verstappen paró en la vuelta 19, una antes que Hamilton, y se aprovechó de un efecto ‘undercut’ amplificado por la altísima degradación que el asfalto ejercía sobre los neumáticos usados. Las condiciones de la pista habían mutado drásticamente, porque llovió durante la mañana, y no todos los ingenieros se amoldan igual a los cambios. Max era líder virtual (Checo aún no había parado y estaba delante) y tuvo que contener las ofensivas del inglés, que aguantó a menos de un segundo durante varios pasos por meta. Incluso Bottas rozaba los escapes de Lewis, era una lucha sin cuartel a tres bandas.
Red Bull arriesgó con Verstappen
Cuando el inglés cedió unos metros y parecía que se adormecería la tarde… Red Bull ordenó parar al coche de Max para hacer un segundo cambio de neumáticos con 20 vueltas por delante. Cedieron el liderato a cambio de mover ficha primero. Y dejaron fuera de juego a Mercedes, a quienes sólo les quedaba esperar con ruedas viejas. “Por qué c… no me escuchabais cuando os dije que era a dos paradas”, clamó Bottas por radio instantes después de que Verstappen le pasara, por fuera, en la salida de la chicane.
Al neerlandés, pero no tenía mucho margen, y el tren de doblados retrasó su ataque final sobre un Hamilton en las lonas. No se resistió el inglés, que cedió el puesto en la frenada de Mistral a dos vueltas del final. Llegó segundo hasta la meta con unos neumáticos en las lonas. Checo pasó también a Valtteri, el mexicano había retrasado su único cambio de ruedas y llegó con más ritmo que nadie a la fase final de la carrera. Es su segundo podio con Red Bull.
Un desastre de Ferrari
En la otra liga, lejos de la cabeza, Sainz defendía el quinto puesto de la parrilla. Salió bien el madrileño, pero un cúmulo de circunstancias propició el peor domingo de Ferrari esta temporada. Porque Leclerc era séptimo al inicio y acabaron los dos, lamentablemente, fuera de los puntos. El muro adelantó la parada de Charles, que hizo ‘undecut’ literalmente a todos sus rivales. Había que parar muy pronto, para adelantar por la vía del ‘pit-lane’, o muy tarde, para no salir en tráfico, y el muro de Maranello no hizo ni lo uno ni lo otro con Sainz.
Al efectuar su ‘pit-stop’, salió detrás de coches que tenían ruedas nuevas y se quedó, a la vez, en inferioridad frente a quienes empezaron la carrera con el duro. Como además, el SF21 devora las gomas, Carlos tampoco pudo defenderse en la segunda mitad de la prueba. Pasó a Leclerc, que acabaría 16º, pero después le superaron Gasly, Alonso, Vettel y Aston Martin. La partida la ganó McLaren, que plantó a Norris quinto (el último en parar) y a Ricciardo, sexto (quien primero lo hizo). Una exhibición del muro que noqueó a Ferrari. Alonso, mientras tanto, luchó para ganar una posición con respecto a su salida, y tiene mucho mérito porque al poco de arrancar su Alpine apenas ofrecía resistencia. El octavo final sabe bien, el coche no está para otra cosa.
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